La atención plena te ayuda incluso a ti. Si crees que esto no va contigo, en este post te demostraré que todos podemos practicarla.
¿Qué te aporta la atención plena?
La práctica de mindfulness te ayudará a sentirte relajado. Podrás conseguir conectar tu mente con tu cuerpo. Si como yo, tienes una mente inquieta, tu cuerpo lo sufrirá. La atención plena es la mejor manera de relajarte, de apartar las tensiones que te perjudican en todos los ámbitos de la vida, tanto personal como profesional.
Su efectividad, de la que ya te he hablado, está ampliamente demostrada, por lo que no deberías dudar. Pero, incluso en ese caso, te daré una guía muy sencilla de cómo practicarla. También te explicaré cómo ejecutar 10 ejercicios muy básicos. A partir de ahí, podrás juzgar por ti mismo. Con un poco de tiempo notarás los beneficios que mindfulness aporta.
Estas ventajas son aplicables a cualquier persona, independientemente de su contexto social o profesional. Aunque, como ya vimos, es especialmente interesante si tu papel es el de líder de un equipo.

La atención plena es la herramienta que te conviene utilizar si quieres tener una visión más positiva de la vida. Podrás gestionar con eficacia el estrés y tu salud mejorará sensiblemente. Además, verás cómo aumenta tu capacidad de enfoque y atención, por lo que se incrementará tu productividad. Esto último, junto con una visión más amplia, te facilitará la toma de decisiones acertadas. Y, adicionalmente, se desarrollará tu inteligencia emocional, lo que supondrá un avance en tus relaciones sociales.
Ten en cuenta que ésta no es una técnica exclusiva para quien tiene algún problema, todos podemos mejorar. La atención plena marca el camino a una vida equilibrada y más feliz.
¿Crees que la atención plena no es para ti?
Es fácil pensar que esto no va contigo. Puedes buscar excusas donde no las hay:
- Tengo que estar haciendo algo, no puedo quedarme quieto: Para sólo un momento, quédate quieto un instante donde estés.
- No soy capaz de poner la mente en blanco: Es normal, al meditar percibirás una gran cantidad de sentimientos, emociones y pensamientos. Lo importante no es cómo te sientes durante la meditación, sino a lo largo del día, tras practicarla.
- Me resulta difícil concentrarme: No se trata de eso. Puedes centrarte en la respiración mientras meditas y que tu mente divague constantemente. Si pasa esto no quiere decir que no te encuentres en atención plena.

- Me aburre: Hoy en día, puede que dedicar un rato a meditar parezca ser una actividad aburrida. Utiliza el proceso de la meditación para descubrir el origen de ese aburrimiento. Esto resulta una actividad sumamente interesante.
- No puedo pasar un rato sin hacer nada: Te propongo que comiences realizando ejercicios de respiración, pasear sin utilizar tus auriculares. Dedica un rato a «no hacer algo».
- Me produce sueño: En ese caso, te recomiendo que cambies la hora del día en el que practicas la meditación. Tu horario adecuado dependerá de los niveles de energía que tengas en cada momento. Otra opción es que varíes tu postura en el proceso. Si utilizas una silla, cambia al suelo, o viceversa.
- No dispongo de tiempo para esto: Un día tiene veinticuatro horas, mil cuatrocientos cuarenta minutos. Trata de averiguar cuánto tiempo de ese pierdes en cosas improductivas. Para empezar con la atención plena, sólo necesitas dedicar cinco minutos al día para meditar.
- Estas cosas me ponen nervioso: Hay prácticas de respiración o ejercicios de yoga que te ayudarán a calmarte. En cualquier caso, verás que mindfulness, precisamente, te ayuda a relajarte y desprenderte de esos nervios.
Conclusiones
La atención plena es una práctica que ayuda a cualquiera y tratar de buscar excusas para no practicarla es una forma de perjudicase uno mismo. Si dedicas cinco minutos hoy, estarás haciendo un regalo que tu cuerpo y tu mente te agradecerán en el futuro.
«A veces damos el nombre de favor a la justicia, y creemos de muy buena fe que fuimos generosos cuando no hemos sido más que justos».
Concepción Arenal