El Producto Mínimo Viable es con lo que debes arrancar tu Lean Startup. A partir de él sólo puedes crecer en la dirección correcta. Descúbrelo aquí.
En los últimos posts he incidido en unos aspectos claves. Cuando comencé a hablarte de las Startups insistí en que tu idea no tiene valor. La metodología Lean considera fundamental dirigir tus esfuerzos es satisfacer a tu cliente. Por lo tanto, una Lean Startup unifica estas dos premisas: tus clientes moldearán tu idea. De ahí la importancia del proceso de desarrollo de tus clientes.
¿Qué es el Producto Mínimo Viable?

Como te decía es el punto de partida. El Producto Mínimo Viable (PMV) es un producto, o servicio, con las mínimas características posibles que puedes ofrecer a tus clientes.
Debes tener en cuenta dos aspectos esenciales en esta definición. Por un lado, las características deben ser las mínimas posibles. Es decir, el producto no ha supuesto un gran esfuerzo de producción ni desarrollo. Esto casa perfectamente con dos ideas que te he repetido en varias ocasiones. Evita el desperdicio en Lean, no dediques esfuerzos, tiempo, costes… innecesarios. ¿Por qué? Porque deben ser los clientes quienes te digan cómo quieren que sea el producto. Ellos marcarán el camino (Lean Startup).
Por otro lado, debes poder ofrecer ese producto a tus clientes. No puedes poner a la venta algo totalmente inútil. Tu producto debe ser plenamente operativo.
En definitiva, en el propio nombre tienes la idea general, debe ser un producto, debe ser lo mínimo posible, pero que sea viable para su comercialización.

El proceso construir-medir-aprender
Se trata de un proceso cíclico en el que construyes un producto, mides las reacciones de tus clientes y aprendes de ello. Al evaluar el comportamiento de los clientes debes ser capaz de tomar las decisiones correctas.
Este proceso parte de una pregunta que debes hacerte: ¿Qué problema tienen tus clientes potenciales que puedas solucionar? Esto dará lugar a una idea que tendrás que poner en práctica. Pero se tratará sólo de una hipótesis que debe ser validada. Para esto necesitas unas métricas que te permitan valorar los resultados. Por último, tendrás que construir el producto mínimo viable. Aquí comienza el proceso cíclico.

Debes entender que este producto va dirigido a clientes potenciales que aceptan un producto en evolución. Por lo tanto, no son los más exigentes que forman parte de la masa del mercado. A estos nos dirigiremos cuando el producto se haya desarrollado en su mayor parte.
Este proceso te permite validar o desechar las hipótesis sobre tu producto. Gracias a la interacción con los clientes iniciales, a través de las métricas, recibirás la información necesaria para tomar el camino correcto hacia el producto final.
Es importante que con cada iteración tomes decisiones de manera rápida. Si las métricas te proporcionan una validación del planteamiento deberás continuar en esa dirección. Si el resultado es negativo, deberás pivotar y reformular las hipótesis. Y cuanto antes lo hagas mejor, te ahorrarás gastos y encontrarás el camino correcto antes.
En este sentido, las métricas deben proporcionarte información real sobre los usuarios. Es decir, deben ser útiles y adecuadas para tomar decisiones.
Conclusión
El Producto Mínimo Viable es el elemento con el que comenzar una Lean Startup. Te permite encontrar la solución a un problema por la que los clientes iniciales están dispuestos a pagar. Y gracias a la información que recibes de ellos adaptarla hasta crear un producto completo.
Lo importante es evitar cometer los habituales fallos del PMV.
“Pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con daño de tercero”.
Miguel de Cervantes Saavedra